martes, 13 de febrero de 2018

Martes 13.

Tocar madera, derramar la sal o romper un espejo comparten explicaciones enraizadas en el pueblo y sus leyendas que a fin de cuentas son sentires de incrédulos religiosos. (Donde las religiones no llegan llega la poesía). Un martes trece no conviene salir de casa. Tan siquiera a comprar pan. Ni de entierro. ¡Lagarto, lagarto y lagarto!. "Es el destino habitual de las nuevas verdades empezar como herejías y terminar como supersticiones". (Thomas Henry Huxley).

De un tiempo a esta parte tengo un presentimiento negativo que no sabría cómo explicar. No es una paranoia de las mías, ni un amor inconcluso con voluntad de volver (el olvido no encuentra camino), es un presentimiento que viene de lejos y un martes 13 me lo trae a la memoria. Digo presentimiento negativo porque no es positivo. ¿Y entonces?

Desde que esta mañana en la radio anunciaron que era martes 13 no me siento nada bien. Y eso me da qué pensar. Los martes 13 traen consigo fobias, aversiones y malos rollos. (Temo que mi ordenador que me ordena me arrastre al desasosiego). Serán cosas mías y no de un martes 13 fruto de la casualidad, pero tanto presentimiento, ¿qué? Lo que no ocurre en martes 13 no ocurre en viernes de mercado, y ya es decir que no valgan las disculpas. Convencido de que todo está perdido, lo peor está por llegar. Y llegará como un amigo gorrón entrando hasta la cocina sin avisar. Siquiera esperará que salga el que está para entrar. Para entrar, por favor, dejen salir, como en el autobús. Gracias.

2 comentarios:

  1. Tranquilo, que en otros sitios es el Viernes 13 !

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  2. Cierto, pero el presentimiento lo tengo hoy. Y no será para bien. Gracias.

    Salud.

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