lunes, 4 de diciembre de 2017

Tú, mi credibilidad.

A veces pienso que todo está perdido y no merece la pena seguir luchando por el alto riesgo que conlleva sobrevivir. Me debo a mi propia responsabilidad. La familia. Y otras gentes que quizá me conozcan y me lleguen a querer algún día. La confusión es grande y no sé definir con claridad qué debo hacer con mi propia responsabilidad. Supongo que me debo a lo que otras personas esperan de mí. Dolor de alma y corazón. El amor y la cobardía van de la mano.

Si me sigo mintiendo acabaré metiéndome a monja de clausura. Para lo que me queda, si es verdad que vivir es una trampa mortal... ¿sí? Morir no quiero y vivir sin ella no sé o no quiero. Entender que un hombre y una mujer. Entender una relación de amistad con carácter recatado sin querer que aparezca en público una mujer. Una dama con poesía.

Tú, mi credibilidad, cuida de ella, recuerda que entender es antes que pretender, no te apresures, las cosas cambian, podremos transcender hasta el mismo sentimiento que nos une. Mientras me sueñes. La posibilidad de que regreses a mí me mantiene alerta. Me he amordazado a ti, a tu risa y tu alegría. Vivo enloquecido en tu lecho de mar. Gracias.

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