miércoles, 20 de diciembre de 2017

El olvido no encuentra camino.

A veces digo: "Me viene a la cabeza". Otras veces digo: "Me viene a la memoria". No sé si es lo mismo. Qué curioso.

Cada mañana me viene a la cabeza los grillos que se han fugado el día anterior. Mi cabeza es una jaula de grillos. A la memoria me viene lo que me viene. La memoria es la percepción de algo o alguien cuando se evoca, también por algo o alguien. La verdad es que no lo sé. Y si no sé no sé. Porque toda actitud hacia el recuerdo desata semejanzas que ponen en riesgo mi imaginación. Y yo no quiero perder mi imaginación. ¡Nunca pondré en riesgo mi imaginación!. ¡Mis recuerdos son míos y a nadie interesan, y los saco a pasear o no!. ¡Vaya!, qué manera de enfadarme sin venir a cuento: ni que hablara de Rajoy. Va a tener razón la dama que vela mis sueños: "Para la edad que tienes te veo muy bien". Ay, si me viera por dentro. Probe. Qué gana tiene alguna, no voy a dar nombres para que no se sepa, de influir en mí. Nadie, y si digo nadie es nadie, se atreva a recordarme mis olvidos. "Sin olvido no hay felicidad ni esperanza, tampoco el goce del presente". Lo dijo Friedrich Nietzsche. Yo solo digo que recordar a veces es morir. Gracias.

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