viernes, 20 de octubre de 2017

Si tú quieres, yo quiero.

Al doblar la esquina a una amiga ida no le dio tiempo a cambiar sus caderas de acera vaya por Dios. Pero la decisión sin escusas estaba tomada de antemano porque no clavó su mirada en el suelo y sus párpados no tuvieron que ir de urgencia en su ayuda. El amor no entiende a los enamorados que maquillan con reproches sus sentimientos. El amor va por libre y espera el momento idóneo para volver a la santa poesía. Pablo Neruda en la isla de Capri puso en boca de Matilde: "Una pregunta, amor, te ha destrozado". Jamás negaré a un poeta, María, la Magdalena lo sabe pero una pregunta no destroza, destroza la respuesta. Los dos vivimos días remotos y yo no estoy para soñar amores idos. En los años altos no es inteligente mantener los sentimientos del corazón alejados de los días que vivo. A pesar de todo.

Sin ser culpables del todo, culpa hemos tenido, y los dos hemos perdido. Nos servirá de lección, aprenderemos de nuestros errores y seremos mejores, y por aquello de que todo tiene principio y fin, me doy por enterado, y como una novia desquiciada en puro ataque de celos la buscaré y si la encuentro (confirmo que sé dónde buscarla) no la dejaré ir, al menos sin un beso, un abrazo y un te quiero. Gabriel Celaya lo explica sin ambages: "Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno". Nuestros cantares son amores y no volverán a ser sin pecado un adorno. (Si tú quieres, yo quiero). Gracias.

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