Tengo escrito por ahí que a menudo se mueren los conocidos porque los amigos están enterrados. Me conformo con una vecina chismosa. Se pudiera decir que soy el último sobreviviente del cementerio. Gozosa mi infancia. Y de otra manera bien, no tengo ninguna prisa para volver a ser lodo de
aquel polvo. Me va bien, con mis achaque de salud y alguna decepción pero quién no. Tuve suerte en la vida, me las arreglé más o menos, no fui exigente ni intenté matar moscas
a cañonazos: si mis amigos pudieran hablar confirmarían lo que digo. Tampoco tuve prisa para alcanzar mis metas. Y no soy rencoroso porque sé que
el rencor destruye el amor y desequilibra la mente. Sigo siendo dueño del amor
y lo entrego con garantías: no quiero intrusos que alteren mi paz.
Es mi vida, ni más ni menos como otras vidas que con el tiempo y
alguna ausencia dejará de existir. No me quedan amigos vivos, me quedan amigas idas. Por una amiga ida en particular peno
porque dejó de quererme bien para quererme muy mal. A quién se le
ocurre, indiferente al amor, prefiere guardarme rencor sin venir a cuento. Nunca una historia de amor tan triste. Y todo por hacer caso
a quien más la quiere. Quien
niega un ser querido en vida niega a Dios, y eso para una creyente es peor que la muerte.
Amiga ida: Te invito a construir una relación de amor sino como la de antes parecida a no ser que prefieras desamor. Si mantienes una relación rencorosa entre nosotros pierdes tú: Yo nunca dejaré de quererte. (Amor cuando no está y rencor cuando está). De
seguir en este plan se resquebrajará el amor y con él tu salud mental. Me preocupa tu salud mental. Deja de cantar mentiras por los lavaderos, si rastreo rumores aparece tu nombre. Qué triste. Y como si fuera poca miseria, una de tus aduladoras me entrega una carta de amparo. Como si yo
fuera tú. Gracias.
Mejor sin intrusos ...
ResponderEliminarIntruso, y es peor que un dolor de muelas. Gracias.
ResponderEliminarSalud.