lunes, 7 de agosto de 2017

Para que no vuelvas.

"Tanto fue el cántaro a la fuente, hasta que se rompió". (Sabiduría del pueblo). Para que no vuelvas es la excusa que estaba esperando para que no vuelvas. Y no vuelves. No puedo por menos que explicar las razones que te impiden volver. Son mis razones, no las tuyas, ni las suyas que ya son las tuyas. Para que no vuelvas. Y ya me explico.

No digo que me gustaría ser otro porque soy yo, y me he acostumbrado a mí. Yo soy más de todo y más y mejor que otro. Yo soy estupendo. Me di resultado vida y media y no quiero cambiar. Así he ganado el derecho a dar mi opinión sobre el cuento que viene al caso. Pero mi opinión ya está escrita, la escribí hace tiempo a la espera que viera la luz. Se trata de la conveniencia absolutista, el capricho de quien cree que ha ganado lo que no estaba en juego y, ahora, hace y deshace a su antojo. Lástima. ¿Dónde estás que no te fuiste? Es el título del cuento que viene al caso. Nunca sabemos siquiera lo suficiente. Fui razonable, fui lo que se esperaba que hiciera y fuera: tirar la piedra y esconder la mano y mantenerme al margen, o de soslayo que me gusta más. Yo acerté, pero tú no aceptaste, entonces, me voy antes de que me eches. Solo quiero que recuerdes la promesa: mientras viva, amor, mientras vida. (Me explico como un libro en blanco para que mi absurda no me entienda. Mi palabra solo quiere llegar a su corazón).

Porque no olvides tus valores, los familiares, y los que aprendiste fuera de casa. Porque te des cuenta a tiempo y no permitas injerencias lesivas en tu vida. Porque, ciega de amor, sepas responder a los impedimentos que te salgan al camino con sabiduría. Y, sobre todo, cuando creas que es no di no, cuando creas que es sí di sí; tu opinión es tuya y tuyas las consecuencias: asúmelas con dignidad. No te equivoques por nadie porque nadie es nadie. Gracias.

1 comentario: