jueves, 27 de julio de 2017

Amar y callar.

"Solo se debe hablar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio". Abate Dinouart. (El arte de callar).

Pasan los años y domino mi vocabulario a la vez que me doy cuenta que es mejor callar que hablar. O callar antes de hablar. Hablar con quien se conoce es tan sano como insano. Si es por teléfono ni hablamos. La última vez que hablé con ella por teléfono se quedó sin batería (y yo sin tarjeta de memoria) y me colgó (literal). Aún tengo la duda si fue el teléfono o ella la que quedó sin batería... Antes de dona tuve otro perro en una huerta que tenían mis padres. Apenas era un niño, con eso quiero decir que Alexander Graham Bell no había nacido, y cuando le daba de comer, llevaba un bocadillo para mí y comíamos juntos y luego jugábamos a la pelota y nadie nos interrumpía. Eran otros tiempos, ni el reloj tenía la importancia que tiene ahora. No debemos impacientarnos porque hay tiempo para todo: para callar, para hablar, incluso para lamentarse por lo que hablamos de más. (Amor, no es debilidad callar si nos obligan a hablar con ligereza. Sea quien sea). En líneas generales hablar es arriesgado. Solo en el silencio somos dueños de nosotros.

A veces hablamos y no nos damos cuenta que no hacemos más que derramar palabras y diluirnos en nuestro propio discurso, de manera tal, que acabamos perteneciendo a los demás. Mejor callar.

A veces hablamos con personas torpes de entendederas y aunque nos partan el corazón, hay que hablar y hablar y hablar hasta la saciedad a pesar de las consecuencias. Aunque nos partan el alma. Nunca callar.

A veces nos vemos obligados a hablar con alguien de algo que nos interesa y esa es otra. Tenemos que intentar que el interlocutor nos preste atención. Hay gente incapaz de mantener una conversación interesante. Esa gente existe.

A veces, porque tenemos que hablar, conviene pedir plácet al silencio y tomar precauciones, por ejemplo: hablarle al espejo. O componer un tango tristón y cantarlo bajo la ducha. O ir a un mar y orar para lo que se tenga que hablar no caiga en saco roto. O llorar de tristeza porque el saco estaba roto. Ante las habladurías hay que tomar precauciones.

Y a veces, porque la persona con la que hablamos es incapaz de mantener su palabra de amor; porque todos y todas nos conocemos; porque hablar es una pérdida de tiempo: Amar y callar. Y que sea lo que Dios quiera. Gracias.

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