martes, 28 de marzo de 2017

Tirarse al monte.

Vale ser pobre y estar enfermo. De igual manera estar muerto o trabajar como un esclavo y no llegar a final de mes. Vale y si no vale te tiras al monte. Tirarse al monte viene de cuando los guardias civiles venían a por ti y tú te tenías que tirar al monte porque si te cogían malo. Eran otros tiempos. Ahora son ellos, los guardias civiles, los que no les queda otro remedio que tirarse al monte si les destinan a Madrid y no son amigos del ministro del interior porque no tienen dónde vivir al estar los alquileres por las nubes. Digo amigos del ministro pero con ser sevillanos ya tendrían vivienda en el cuartel. El ministro es sevillano y cuando Rajoy lo nombró ministro trajo a sus amigos sevillanos y los colocó en puestos de responsabilidad. Quien tiene un amigo, ay. Lo de menos era que sus profesiones tuvieran que ver con el cargo a desempeñar. Un poné: para ser Director General de Tráfico hay que tener carné de conducir pero si no se tiene no importa, porque va en coche oficial y sentado atrás con las lunas tintadas para despistar.

Ayer era feliz y hoy no digo que no lo sea pero en la vida ocurren cosas que no sabes cómo tomarlas. Supongo que son cosas de viejos y de tanta impotencia generalizada. Tengo la impresión de que solo quedan las desgracias que nadie quiere para morirse. Otro día que no sé si salir de casa con tanto incompetencia política, con tanto irrespeto y tanto desapego colindante. (De esperar que te atrevas a dar ese paso pareciese que hemos vuelto a la guerra fría). Gracias... (de nada).

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