miércoles, 7 de diciembre de 2016

Conciencia errónea.

Patricia me llama para decirme que hoy saldremos un poco más tarde con Ian a pasear por Les Seniaes pues quedó con alguien para algo y lo primero es lo primero. A Patricia la presiento preocupada hace tiempo... demasiado tiempo. No le pregunto y no sé si le debiera preguntar...  Es adulta y sabe desenvolverse por la vida más o menos. Y lo que le falte por aprender conviene que lo aprenda sola. Me duele Patricia preocupada por algo y no saber qué es ese algo y si la puedo o la debo ayudar. La debo ayudar. Los padres sabemos lo que sabemos de los hijos y eso es todo. Ojalá todo le vaya bonito y yo me siga preocupando por ella. Ojalá nadie le haga daño porque sí o porque no. Ojalá.

Las disculpas para las decisiones tomadas de antemano no me gustan. Tienen una franqueza de popularidad fingida que no cuela... Nada ocurre por casualidad, siempre lo digo y no me canso. Así son las cosas cuando no son de otra manera, o sea, ya puede entrar un mal hasta el fin del mundo. Sea lo que sea, yo, estaré siempre a su lado. ¿Qué no haría un padre por su hija? Siempre a su lado.

De ahora en adelante seguirá la crítica mediática que no tiene absolutamente nada que ver con lo que piensan otros. La información contrastada o no (joder, dona, esa mentira; la difamación, quedar bien cueste lo que cueste y a pesar de los pesares. Y a quien pese), interese o no, sea interesante o no, si el ordenador que me ordena y causa espanto escribe a libre albedrío, al fin, "postureo" aparte, consigue ser noticia de primera en los medios. Gracias... (de nada).

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