lunes, 7 de noviembre de 2016

Por no haber sido.

Cuando la noche me desvela y quedan las palabras, palabra sobre palabra, dirijo la mirada al rincón de mi habitación donde guardo los recuerdos que aún me quedan por vivir. Y mis manos, al azahar, elijen un libro de poemas que me acerque a la introspección de mi estado de ánimo. Un libro de poemas que sienta sin miedo. Quién fuera poeta. En mi ánimo solo queda el desánimo. Y el asombro de un poema. Aquel poema. El amor no muere si un poema lo recuerda.

Mi memoria se ha ido por donde ha venido. Tan simpática ella nada recuerda. Quiero memorizar aquel poema, clavarlo en mi memoria, que no se vaya, que se quede conmigo. Lo quiero en mi memoria para siempre. Sino él, tu poesía. Quiero tener algo tuyo, algo que huela a ti. El sabor de tu piel. Aquel poema. Quiero leerte y no perderme ni un detalle de ti. Quiero reflejarme como rayos catódicos en tu mirada de soslayo. Quiero vivir tu leyenda, recrearme en ti, y volver al placer del ánimo desde el desánimo. Quiero al viento gritar tu nombre. No quiero contarle a una bata blanca quién soy o quién me gustaría ser. Por no haber sido. (Gracias... de nada).

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