sábado, 15 de octubre de 2016

Los Juzgados de Valencia.

De dar importancia a lo que no la tiene, hablo de los aconteceres en el pueblo de Patricia, me olvidé del amor: en la vida damos demasiada importancia al teatro de andar por casa. Pero la obra que hoy traigo a de soslayo tiene morbo. "Si tu cara aparece en la primera de los diarios o en la última estás muerta".

Me cuenta Kristel que los Juzgados de Valencia más o menos están partidos por la mitad: una para los delitos de poca monta como los que a ella la obligan porque le roban un trapo de la traperia y el guarda de seguridad apresa al ladrón, ¡al ladrón!. -Por favor, déjale ir no ves que es un pobre diablo. -Es la ley. -Uy. Y otra para los descamisados de antes con trajes a medida de ahora por 3.000 Euros. Kristel habla de políticos y empresarios amigos de Rajoy que son la misma tropa, según confiesa Francisco Correa. A Kristel le entristece tener que ir a los juzgados a testificar contra alguien que robó trapos por valor de cuatro Euros, pero la ley es la ley: el guarda de seguridad apresa al ladrón y llama a la policía que abre expediente y Kristel a los Juzgados de Valencia a declarar como testiga de carga difícil de llevar.

-Un día, cuando te invite al chocolate con churros que te prometí, te acerco a los Juzgados de Valencia.
-¿Me gustarán? Quiero decir los juzgados, no el chocolate con churros que me prometiste un día.
-Igual no, pero es un simulacro en directo, no me refiero a los temas judiciales, me refiero a los medios de comunicación. No sé otros juzgados, pero en los de Valencia, además de los temas judiciales, está el tinglado que se tienen montado los medios de comunicación: las cadenas de televisión, las de radio y los periodistas acampados a la espera de que lleguen los imputados de guante blanco. Salen a dos o tres por semana. Todos y todas acusados por delitos de corrupción en las administraciones públicas.

A veces el inconsciente nos lleva donde el consciente pierde la facultad de reconocer el peligro que se corre cuando dejamos que nuestros andares abran camino por veredas que cotizan en la Bolsa de los Amigos. Cada vez que cambiamos el paso del camino primario cambiamos nuestro comportamiento y damos un salto de calidad que deviene en paradigmas que hacen que el bienestar propio trascienda a la esencia del interés general. (Mañana, si la Magdalena quiere, hablaremos de amor, y no de latrocinio continuado y desprecio a la dignidad humana y etcétera). Gracias... (de nada).

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