lunes, 4 de julio de 2016

Ciprés de cementerio.

Con dolor en el alma, mi esposa me cuenta con pelos y señales que su madre le comentó por teléfono (a Grahan Bell gracias) que había muerto una vecina y patatín. Ese dolor me lleva a recordar que un día escribí a "Cartas al Director" de un periódico de tirada nacional para sugerirle que abrieran una sección de necrología dedicada a muertos sin importancia. Algunos quieren saber. No me contestaron.

Esta semana murieron personas relevantes de nuestra sociedad... Paz a sus restos. Pero muertos sin importancia murieron muchos más. A mí, lo que son las vecinas muertas de mi suegra, con el perdón, me importan un carajo.

Es relativamente fácil pasar de vivo a muerto y, si no le debes mucho dinero a los bancos, Hacienda, o eres constructor de porcientos, monseñor o político electo, por un decir, a alguien puedes caerle mal y tú muerto. ¡Qué faena, oiga!. Para ti muerto bah, sin embargo, para los vivos que te quiere mal no saber que estás muerto es una tristeza sin fin. No todos tienen un suegra "Últimas Noticias". Amarga derrota no poder disfrutar de la victoria que supone vivir un día más que tu peor enemigo. (Es verano y alguien puede morir de insolación al esperar sentado a la puerta de su casa para ver el cadáver de su enemigo pasar... No esperes sino a Jesús el Cristo que se acerque a ti para crecer a su lado en el cementerio).

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