jueves, 7 de abril de 2016

No puede ser casualidad.

Una musa con vocación de opositora lamenta su suerte y se entrega a su destino: que Dios bendiga su suerte pero que no se lamente. 

Una musa no inspira se inspira en otros besos y lanza dardos envenenados en vez de flechas de amor a gentes de buen corazón. 

Una musa sorprende a sus conocidos con su forma inusual de ser; es un comportamiento surrealista. Nadie sabe... amor vencido tal vez. 

En otros tiempos el amor era bendito y santa la poesía en su vida. Ahora es subsidio de la palabra que parcialmente explica su vocación de opositora. Corazón entregado al destino sin contrapartida alguna. El resurgir de una nueva opción en su vida es el más terrible de los absolutos. Grave desafío de poetas. Si el talento de un poeta es el azote del desamor, ¿el amor vencido es castigo de un dios? El desánimo, consecuencia del tiempo que manda prudencia en un convento de clausura. No es buena la prudencia para el amor. El amor se acostumbra a la esperanza y un santiamén pierde las formas. El viejo asunto del amor no correspondido. Escasa la esperanza, el amor a ciegas no existe. Mientras, el amor de una musa enloquece. Pues que se sepa que sin musa no hay poesía. 

En los próximos días una musa con vocación de opositora tendrá que explicar y convencer por qué de repente le ha entrado ese empecinamiento de entregar su inspiración de musa a su destino. ¿La musa del mes de abril azote de su destino? No puede ser casualidad.

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