jueves, 10 de diciembre de 2015

¿A dónde irán mis besos?

En los años altos los cambios no son cosméticos, son descorazonadores y tienen su origen en el alma. Cumplir años tiene sus ventajas y, sobre todo, desventajas. Uno adquiere malos hábitos y de viejo nadie te dice no y tanta sabiduría te aplasta a la hora de tomar decisiones. De viejo no se sabe más, al contrario.

Los cambios en los años altos, si son auténticos, dan luz al corazón sepultado por los achaques del alma. Una mente absurda espera la rendición del alma. Pero ya digo que la paz, si llega, no será de rendición.

Los cambios en los años altos, si hablamos de cumplir un año de calendario, no es un año, es una década a poco que te descuides que es más. ¡Joder, dona, cumplir años de dos dígitos es jodido!. Que no pierda el norte; que tenga ranzón solo a veces; que no me de por atropellar la moto de un policía y darme a la fuga. En este plan de sana conducta. Y que el diablo no contemple la excepción y sea la muerte la que nos separe.

Los cambios en el país de 4 candidatos en campaña electoral, por más años de una década prodigiosa que comienza, no absorberá las tristes calamidades del pueblo. Sin embargo, si los 4 han de ganar porque sí, no seré yo el que pierda porque no. Los buenos resultados serán para todos. Que no pasen desapercibidos mis excelentes resultados de viejo. (El placer ha sido mío... descanse en paz). Que los asuntos inaplazables de alguna no le impida celebrar un brindis de vida y salud por Ana Gabriel: "es amor y solo amor (lo que nos hace cambiar)", sino por mí. El vino corre de mi cuenta. ¿A dónde irán mis besos?

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