lunes, 2 de noviembre de 2015

Si te apetece y quieres.

Voy a ser sincero contigo, 
y lo voy a ser porque esto no puede seguir en ese plan de aparecer y desaparecer como el Río Guadiana. 

La coherencia en tu caso pasó de largo... Escribes lo que sientes cuando escribes y a veces quieres morir y a veces no quieres vivir. ¿Para cuándo vivir? Vale que son estados de ánimo jodidos y no te culpo por ello. Te culpo por no decidir vivir. He acabado con el presupuesto para trajes, camisas y corbatas de un lustro al menos. Si fiestas, entierros, bodas y banquetes... O haces coincidir tu proceder con tus palabras o te devuelvo a tu estado mental de antes. No piensas lo que dices, ni piensas. ¡No piensas!. Te has convertido en un ruido más de mi cabeza. Este amanecer con tus caprichos se tiene que acabar. El día que vivo ha dicho basta.  

Te comportas de manera espontánea sin medir las consecuencias de las palabras: eres un desajuste entre los códigos de buena conducta y no te reconozco en ninguno. Luego está la memoria que no te olvida en situaciones cotidianas. Tu pensamiento no es estructura lógica sino la consecuencia de un almacén abarrotado de experiencias negativas. Y tus sentimientos un caudal de situaciones por vivir. Tus palabras desatan en mí tristezas insospechadas. Me gustaría que navegaras por un mar tranquilo de horizonte despejado y te permitiera olvidar aquello que tanto daño te hace. Ya. Si Dios y María quisieran... Claro. ¿Sabes qué? Ayer vi una carreta de coches que se celebró en tu tierra y al comenzar un grupo de niñas y niños ataviados con trajes regionales cantaron el himno de tu país. Pues eso nomás, que me fijé en todas las niñas y no vi la de tus ojos. Creo que te has hecho mayor sin darte cuenta...

Pensarás qué rollo para decir que vi una carrera de coches... pues sí. Y me gustaría también que pensaras que aunque está lloviendo en mi tierra y no puedo ir a Les Seniaes ni por el atajo sigues en mí en cualquier circunstancia. Disculpa, es hora de hacerme un café. Y descansar mis ojos en un poema que tengo en mente... Es un sentido deseo por entrar en tu mundo interior. Creo que algo de mí habita en ti. Luego vuelvo, me gustaría verte aunque fuera de soslayo... Si te apetece y quieres.

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