lunes, 23 de noviembre de 2015

Les salva Eugenio.

Con Ian... Patricia descuidó la cartera y mientras escudriñaba por un sitio y otro, Ian y yo -por primera vez después de dona-, nos adentramos en Les Seniaes a desandar el camino de antes... La cartera apareció, gracias. Ay, Patricia.

Me encuentro al yerno de Eugenio y me dice que va a regar... Mi respuesta sino amenaza es clara: "Cuida ese campo".

Es un campo de naranjos que Eugenio dejó en herencia a su yerno. Un campo en el que pasaba la mayor parte del día. En el primer naranjo según se entra a la derecha tenía asentados dos cajones de madera, uno para él y otro para quien quisiera acompañarlo... Almorzamos de cuando en vez y me contaba historias de antes que pasarían por las de ahora. Duele pasar por allí y ver que no está. Con el tiempo llegó a tener un cajón por cada naranjo. La fatiga le podía. Más de un susto le dio a Carmen. Ahora las cosas han cambiado y Eugenio cuida a Carmen en su lecho de amor.

De vuelta al pueblo lo vi sentado al sol de la mañana en su escaño delante de casa. Sin Eugenio Les Seniaes no son lo mismo. Ni el pueblo sin su caminar tranquilo. Y mucho menos la vecindad. Para saludar a la vecindad pido permiso y responden desconfiados (saludan entre dientes, ¡joder, dona!). Deambulo en la noche como un zombi... Eugenio puso el listón muy alto. Tuve la oportunidad de elegir y nunca me integré. Privilegio de pocos elegir... Agradezco la condena por conocer y sentirme amigo de Eugenio. Ahora soy invisible para la mayoría. ¿Serán despistados o tímidos? En gran medida indiferencia, desconfianza, intolerancia, arrogancia y etcétera. No se puede gustar a todos. Ni desbordando mi encanto de sopetón. Doy por bueno que nadie me mire a los ojos porque a fin de cuentas me respetan.

Se explican los del PP y les falta piel... Si los vecinos del pueblo de Patricia se explicaran les faltaría todo lo demás. Están vacunados contra la urbanidad. (Disculpen por sacar mis miserias a pasear).

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