lunes, 2 de noviembre de 2015

Gracias por dejarte ver.

Después de leer lo de esta mañana, algunas frases tienen sentido inesperado para mí, como que algo de mí habita en ti. He pensado en ello y que creo que es cierto. Es cosa mágica pues más allá de la palabra no nos conocemos. ¿O sí o no? Y ahora de qué manera explico que nos conocemos más allá de las miradas de pupilas devoradoras con gotas de sangre y no son palabras. Un verso un sentimiento; un poema un deseo. Y leer a sorbos un pecado de duende travieso.

De un tiempo a esta parte no respondes a mis comentarios. Me lees y vas a dormir. No quieres que escriba de política. Sé casi todo de ti; como tú, yo también soy un poco bruja. No importa que respondas a mis comentarios aunque lleven tu nombre mientras me leas. No quiero un adiós sino un beso al viento... Y saber que te encuentras bien de salud. Eso. De mí tú ya sabes, escribo el día entre historias disimulando versos y algún poema, y también los descuidos de los que siempre pierden que no te gusta; seguiré escribiendo con los humildes en el corazón. A mi manera esa política.

De un tiempo a esta parte me he fijado en tus palabras y han cambiado la manera de expresar. Dicen sin decir. Y si te pasas dos pueblos lo rematas con un exabrupto para disimular. Escribir delata los sentimientos del autor con la simple mirada del lector. Por más que intentes disimular. La palabra es decidora, siempre lo digo, y enreda al autor de manera que si no anda atento el secreto deja de ser secreto. Eso es todo y no es poco, ¿verdad? La vida continúa... Es hora de apearme por hoy. Ojalá mañana no llueva y pueda ir a Les Seniaes con Ian y Patricia. Por cierto ¿no tienes la impresión o el pálpito o lo que sea, que un día nos llegaremos a encontrar en Les Seniaes? Yo sí. Seguiremos mirando de cara la vida... ¿Vale? No dejes de leerme, aunque no te nombre pienso en ti. Beso.

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