viernes, 6 de noviembre de 2015

Adrián Păunescu.

Llanto por el viejo.

Qué trágico tiempo pagano
se divide nuestro país en partidos
desde que matamos al viejo,
su tumba yo no se cierra.

Le disparamos como a la orilla de la tierra,
no le pudimos doblegar durante su vida
y él se demostró indoblegable,
pues no nos dio ni lagrimas ni sangre.

Con él, también la matamos a ella
en un concurso fanático de pecados,
y entonces nuestro pecado se hizo
más pesado que todos los suyos juntos.

Tan pocas palabras quedan
en un silencio lleno de ráfagas
y, ¡y!, matamos al viejo,
errores sobre el error de su vida.

Se tambaleaba como si estuviera borracho
y todo le parecía confuso, lejano,
a través de las balas que le marcaron,
él inspiraba aire pero también muerte.

Y al menos una vez fue nuestro pastor
y nosotros al menos una vez fuimos su rebaño,
¿por qué apretamos ese gatillo
si la muerte de todas formas le estaba alcanzando?

Adrián Păunescu, poeta, falleció el 6 de noviembre de 2010.

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