domingo, 2 de agosto de 2015

Vuelvo a la amena tertulia.

Si hay sábados es deseable, por la Gloria de Dios y María, que haya domingos. Aunque solo sea para ir a misa.

Hay historias que son noticias de primera página en periódicos atrasados, y si las lees en profundidad, dices que ese periódico es sensacionalista, o limitado en su tirada hasta las próximas elecciones. Siempre en campaña electoral. Es cansina la política, perdón, quise decir los políticos.

Vuelvo a la amena tertulia para decir que si no es en agradable compañía, callar y escuchar, el café negro, y las pastas de té que no falten. Si el tema no es vivir agradecido de la vida, que para cantar miserias estoy que las vomito, aparece la rutina y uno se vuelve loco, como el bolero, amor, como el bolero. La rutina que envenena los sueños hermosos. Que ahoga las ideas esperanzaras. Que intoxica las miradas. Que alargan las horas... Reloj no marques las horas, porque mi vida se apaga... Ay, amor, el tema de hoy son los boleros... Y el de ayer las mentiras de una y mil noches (sino es lo mismo), pero sin sultán que perdone a Scheherezade.

Me confirman que la noche ayer se hizo larga y espesa... Para mí la amena tertulia ha de ir acompañada de palabras y risas, sinceras palabras y sabias para aprender que nunca es tarde. Pero si el vino y la cerveza trivializan el momento, aparecen las muecas y los insultos y con ellos yo me voy yendo pues se hace tarde. Si la rutina no es camino recorrido como experiencia de vida sana, yo me sublevo. Porque uno ya está en esa edad de decir sí cuando cree que es sí y no si lo contrario. Adiós, hasta mañana si Dios y María quieren. (Para ver amanecer no me interesa si no es en tu mirada).

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