lunes, 17 de agosto de 2015

Con el amor no se juega.

Llamé a Patricia para que me acompañara a pasear por el río y ni con esas. Ni Patricia ni Ian. O la cabeza no es mía. O como el amor que me enseñó una amiga un sábado de urgencias: "aquí te pillo aquí te mato". (Yo también te quiero). 

Vale el amor. Genial, estupendo, claro: El amor. Sí. Uno o una elige y ya está. Amor a primera vista, flechazo, o como se quiera llamar (cuida el bendito amor que has ganado). Y luego hay quien dice que en el matrimonio solo hay dos días que merecen la pena, el día de la boda y el día del divorcio. Si el amor no te rompe en dos no es amor. En dos: un antes y un después. Y si desamor por lo que fuera igual: siempre un antes y un después.

El amor es un contrasentido fuera de toda lógica. El amor pudiera ser la lógica entre la verdad y la mentira. Una ilusión. El centro de todas las controversias.

Hoy no es buen día para escribir, la cabeza me va a estallar y como prefiero escribir de amor que de Rajoy, de Ian, de la esperanza necesaria para seguir, lo dejo, pero antes, unas palabras manipuladas de mi psiquiatra, un consejo de viejo: "antes de tomar antidepresivos confirma que la depresión es tuya". Con el amor no se juega.

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