domingo, 17 de mayo de 2015

Si María, lo que pida.

Patricia pone pegas estúpidas para que a Ian no le regale su primer libro pero ella se extasia leyendo libros de historia y contemplando monumentos de otras culturas y otros tiempos; cultura griega y el Partenón, por ejemplo. Todo en ella es conmovedor cuando ve una piedra vieja y rota sobre otra igual o peor. Más que conmovedor devoción lo que siente.

A mí más que la Historia del Arte, un domingo de ir a misa, me interesa la Historia de los Milagros. No me canso de leer cuando María tan singular en la tierra como en el cielo. Un día la invitaron a una boda en Caná y coincidió con su hijo. Observadora, enseguida se dio cuenta que el bodeguero había calculado mal el vino, y acercándose sigilosamente a su hijo le dice: “Hijo, se acabó el vino”. ¿Y qué no hace un hijo por una madre? Pues se hacía de rogar... No obstante, un hijo no le niega a una madre, y María lo sabía, así que les dijo a los camareros: "Lo que yo diga". O mejor: “Hagan lo que Él les diga”. Y al saber que su Madre los había enviado, ordenó llenar seis tinajas de agua, quinientos litros más o menos, y los convirtió en vino del mejor. Jesús el Cristo, inspirado por su Madre, no tiene límites.

Cualquiera pudiera pensar que sí o no, pero la cosa está clara: María, madre de Dios, está en el cielo. A ciencia cierta no se sabe cómo llegó, pero no tenemos la menor duda que está en el cielo y vive en Jesús el Cristo.

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