jueves, 7 de mayo de 2015

En el día de ayer.

El de ayer fue un día para el olvido. Demasiado politequeo. Me entregué a un rostro frío, insensible, y eso que apenas sabía de qué iba el asunto a pesar de reírme... Al relerme, la imagen que me di fue patética. Lástima, aunque pudo ser peor. O mejor para ella. Ayer fue un día para el olvido y con el olvido se fue la persona que hace un tiempo merecía un sentimiento de afecto, una amiga. Sí. Apenas somos. La amiga que se va no vuelve. Cuando una amiga se va pasa la frontera del recuerdo que es la antesala del olvido y solo queda la esperanza. Del olvido es muy difícil volver. Antonio Machado: ¿cuánto cuesta volver a la verdad, vanidad de vanidades? Y a más cuando el viento viene de frente y no hay nada que perder. Las palabras de amor no se explican. Además, si volviera a pasar el tren de las cinco no se enteraría que es el último tren del día y si no se coge te quedas en tierra. Las controversias en los sentimientos sinceros acaso solo son eufemismos para alguien que no sabe distinguir "el grado del agrado". Hubo un de soslayo que se adelantó a los hechos y esperó un tiempo, pero solo apareció el recuerdo. El mejor día para el olvido debe evitar hablar, teorizar y conceptualizar sobre aquello o lo otro, y en especial sobre lo que pudo ser. Qué habrá más allá del olvido... Adiós con adiós se paga y olvido con olvido. Es justo. La capacidad o la voluntad de llevar al campo de los hechos la verdad. 

Un día se me ocurrirá un poema y daré punto final a este sucedido explicando lo que hoy no quiero decir. El de ayer fue un día para el olvido: Felicidades a la agraciada. A pesar de estas luces, no se debe olvidar que, si bien "la política es el arte de lo posible", dijo el canciller Bismarck. Y yo digo después de haber luchado por lo imposible... Como en el amor.

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