"Tampoco quiero que me digan que dios y sus pruebas y lo que somos capaces de aguantar y la fe y la chingada y bla bla bla. Me estoy poniendo grosera, mejor me voy".
Desde el primer día -una noche cualquiera-
se desprendió de ti un abrazo para mí -aún lo conservo-.
La carne se nos ha hecho fruta madura;
la fruta si no es de temporada no vale nada.
De viejos no pasamos -según me cuentan-.
Pero aquel abrazo...
Después vino un beso y salud -y la famosa botella perdida en alta mar-.
Las cosas a pesar de tu mal carácter fueron a mejor.
Tus lágrimas se han vuelto dolorosas como puñales,
la boca se te ha llenado de penas duras de masticar,
y en tus ojos palpitan las miradas más tristes.
Somos como dos sombras en la noche desvelada.
No quiero que me digas adiós...
Bien dicho....
ResponderEliminarSaludos
Que me haga caso, es lo que quiero. Muchas gracias.
ResponderEliminarSalud.