lunes, 9 de febrero de 2015

Lo mucho, hasta un ciego lo ve.

Lo mucho, hasta un ciego lo ve. Viene la expresión al caso, por el ritmo de vida que lleva el país. Nos salpican los insultos y los desprecios, y repican las campanas por triunfos electorales. Ya solo estamos para subsanar las penas sin remordimiento. A este país lo estamos llevando al suicidio. Los porcientos de las encuestas aseguran que ganan unos y pierden otros. De fijo ganan las funerarias. El poder político que emana de los votantes no tiene las cosas claras por ahora. Hasta que los ciegos lo vean no sabremos quienes llevarán el éxito al poder. 

Aún el bipartidismo no está convencido de que es inevitable una transformación de las maneras que debieran impulsar nuevas políticas con menos políticos. Sí. ¿Serán capaces de con menos lograr más? No se engañen, nuestros políticos son capaces de hacer más con menos... En las hemerotecas están las pruebas si no me creen.

¡Oiga, usted!, considerando que si algo muere necesariamente algo nace, ¿seguirá el bipartidismo gobernando el pais con otras siglas y otros actores principales o serán los mismos unidos para siempre y amén? Le dejo aquí la pregunta. 

De organizar los que ganan y los que nunca pierden la voluntad de los votantes; de por unos votos te doy la luna si yo consigo el sol y las estrellas; de los despachos donde se ganan las batallas electorales y no de las urnas en este país de indigencia estamos más que hartos. Y sin embargo...

Los señores dueños de los partidos políticos tienen la sartén por el mango mientras el voto apenas vale. Ya ni importa que sea secreto. Y menos el votante importa. 

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