viernes, 9 de enero de 2015

De un amigo que fue y una gracia.

Le dije a Patricia que no escribiría sobre un asunto que nos acaba de ocurrir y dijo vale. Pero Patricia ya no está y no me resisto a escribir sobre él. No es porque yo sea más viejo que otros, o sí, pero es preciso saber cuándo se acaba algo y cuándo empieza. De mucho insistir o querer permanecer en lo que ya no es no tiene sentido. Cierto que hubo pero ya no queda. 

Para el 15 he decidido sanear y finiquitar algunas de mis relaciones interpersonales. En este asunto de dos uno. La otra: un descuido que no merece la pena destacar pero es una gracia de las tres Rubens que calló del cuadro. ¡Estúpida!. De lo peor es que alguien se crea lo que no es. Temblaba como una vara de avellano. Digo que lo hice por Patricia, a mí no me produce satisfacción ver a quién es capaz de mirarte por encima del hombro desparramarse luego por el suelo. 

Cuando escribes una página y solo la llenas de miserias mejor pasa e inicia otra sin nostalgias, melancolías, incertidumbres que luego pagas las consecuencias. Hablo de nuevos horizontes, de volver a empezar con otra gente en el mismo lugar: en mi pueblo. Pero sin dejar rendijas abiertas en la puerta que uno no está para cojer frío.

No es que el asunto altere mi salud mental pero sí la de Patricia y eso me duele. Así que ahora todo quedó arreglado. Decir no a veces es tan o más positivo que decir sí. Se trata de armarse de coraje y enfrentar el miedo para cerrar puertas y abrir otras con nuevas ventanas y respirar vida sana. Así pues, adiós a los miserables que solo cantan miserias. Y amén, que esto se alarga y Les Seniaes me esperan. No quiero que me pongan falta. Beso y salud.

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