lunes, 19 de enero de 2015

A una lágrima.

Si la magia del arte
cristalizar pudiera
esa gota ligera
de origen celestial;
en la más noble parte
del pecho la pondría:
ningún tesoro habría
en todo el orbe igual.

Por ella amor se inflama,
por ella amor suspira,
ella a la par inspira
ternura y compasión:
su luz es como llama
del cielo desprendida
que infunde al mármol vida,
penetra el corazón.

¡Quién mira indiferente
la lágrima preciosa
que vierte generosa
la sensibilidad!.
Su brillo, transparente
del alma el fondo deja,
y hasta el matiz refleja
de la felicidad.

Permite que recoja
esa preciosa perla;
los ángeles al verla
mi dicha envidiarán:
amor en su congoja
para calmar enojos
en tus divinos ojos
puso ese talismán.

Esteban Echeverría, poeta, falleció, 19 de enero de 1851.

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