domingo, 28 de diciembre de 2014

Mal asunto.

Un domingo de ir a misa y decir la verdad, anda uno que no sabe si llamar al 091 o a una dama desmemoriada en sus decoraciones escénicas. Y lo peor, ya Dios y María son ateos. ¿Y ahora?

Nunca vi tan perdida la sociedad. Amante y solidaria perdida sociedad. Y no me fío. Más que de la sociedad no me fío de los votantes. Quienes debieran callar hablan y quienes debieran hablar callan. Así no hay quien se entere de lo que ocurre.

Soy viejo y tal vez el cambio profundo que necesita el país no lo llegue a conocer; yo no, pero mis hijas, y sobre todo mi nieto Ian por nacer, y los hijos de los padres y los abuelos de los nietos y nietas todos hijos de esta patria de algunos. Soy viejo y digo que merecemos un país mejor.

Los políticos, señores dueños de este país, no debieran morir de éxito a costa de la doliente sociedad que confundió el camino y se alejó de Dios y María. ¿Y ahora? ¿Y ahora, amor qué hacemos tú y yo con el discreto encanto del silencio?

Mal asunto el de una sociedad que anda metida en la lucha contra la corrupción que encabezan los beneficiarios de las corruptelas. Políticos y grandes empresarios sin escrúpulos. Mal asunto. Lo único que hemos democratizado ha sido la corrupción y la impunidad. La droga que mata y el lavado de activos. La amnesia de los votantes como colaboradora necesaria.

Ahora, cuando el pueblo es más pobre que nunca; justo ahora, anda más perdido y sin caminos para equivocarse que siempre. El pueblo existencialmente pobre y sin caminos, incapaz de recordar su pasado para definir qué importa además del amor. Amor, porque solo de amor ya no se vive. Eso era antes, amor, antes de conocerte...

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