lunes, 15 de diciembre de 2014

El muerto al hoyo.

"Si muerto y no se ha enterado está enterrado".

Nada ocurre por casualidad, y mucho menos en el amor donde el azahar no es sino caricias de María, la Magdalena. Ocurrió como ocurren las cosas buenas, pasaba por aquí, no te busqué ni me encontraste. Caprichosa la María. 

Nuestro encuentro fue travesura de niño, una inocente travesura. Mientras los años se diluyen entre los besos de enamorados, la enfermedad del invierno frío anda en busca de las diferencias para remitirnos al origen del desamor. Los desabrimientos que marcan los estigmas en la piel. Y eso que en el amor no hay culpables. 

Los hombres las prefieren rubias, dicen, pero al final no distinguen una rubia de una morena, por decir pelirroja. Como teñida. La diferencia está en la mirada, amor. Por hoy he tocado fondo. Y el ataúd sigue bajando. Buena tarde y muchas gracias.

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