viernes, 24 de octubre de 2014

La virtud de meter la pata.

Cuando una persona mete la pata, la credibilidad, el afecto o la consideración de esa persona cae en desgracia de la peor manera posible.

Bienvenidos a los acólitos de creación. Personas de buena fe que, por haber metido la pata, somos parte de la inconsciencia que por mucho que pidamos perdón jamás nos lo concederán. Somos esa parte de la poesía que no sabe explicarse y no es por falta de amor. Incomprendidos, somos la esencia del desamor.

Un poeta de mala prosa cayó en desgracia y se disolvió en lluvia fina de emoción y, transformado en inconstancia perdió el favor de la musa que lo inspiraba. La poesía del poeta ya no será el escape excelso del alma, la inquietud de la mañana, el origen del manantial inagotable de la amistad. Delicada la fantasía que descarga luces de colores en el universo puro de la inspiración que contrasta con la realidad y le da la esperanza necesaria para seguir viviendo un día y después otro. (Solo si tú quieres).

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