sábado, 11 de octubre de 2014

La verdad sin vanidad.

La culpa la tiene Eugenio y su sempiterno compromiso social. Yo prefiero escribir de esperanza y algún que otro descuido de Dios, la Magdalena o del amor, sino es todo uno. Ay, si la poesía se explicara... mujer de ojos negros azabache...

¡Oiga, usted haga lo que tenga que hacer!. Y un poco más para no perder pues su derrota es la mía y la de tantos y tantas, que no tontos y tontas, y sobretodo el fin que justifica los medios que acrecientan nuestro patrimonio personal. En un país situado en el mismo camino del sol, con un electorado sin ideas ni fe y borrachos sus dirigentes políticos de éxito uno no sabe qué hacer para que todo vuelva a su lugar de origen, a la verdad sin vanidad. El asunto debiera ser sencillo, pero todo trae consigo alguna mentira y así es imposible volver a la verdad sin vanidad.

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