lunes, 20 de octubre de 2014

El amor verdadero no sabe esperar.

¿Me pregunto honestamente dónde están los valores, el principio de autoridad que nos enseñaron nuestros padres. Las hostias que nos dieron; naturalmente hablo de mí. "Las letras con sangre entran"? Malo para estos padres de ahora si creen que se puede educar a los hijos si no es con mano dura. A este país no le esperan buenas cosas si esto sigue en este plan. La culpa de Zapatero que ni el Sabina lo votó.

El amor y la moderación pierden espacio. Y ocurre en los medios de comunicación con campañas para arrejuntar unos con otras (o peor. Dios me perdone). Hasta los sábados están contaminados de tanto fornicar según me cuentan. La conversación que siempre fue un ejercicio constructivo ahora si no es por wasap no hay manera. En la radio ya no se habla de valores, solo Radio María. No se miman las palabras, la grosería luce su mayor encanto.

Los tiempos han cambiado: Ni Dios mío Jesucristo ni ir puros al Santo Matrimonio. ¿Para qué entonces aplacar los instintos sexuales que se adueñan progresivamente de nosotros y nosotras si a fin de cuentas llegamos tarde? ¿Qué hacer frente a esta dramática realidad? ¿Cruzarnos de brazos y ver pasar unos y otras cada cual con su pareja? Y nosotros católicos de buena fe a dos velas. El asunto es ese y no otro. Así, pues, yo elijo el santo fornicio y se acabó. Que por santo malo no puede ser.

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