viernes, 3 de octubre de 2014

Desde otra eternidad.

Mi esposa me acaba de decir que estoy empezando a hacer "güelaes". Y, sensible a la muerte como soy, en sábado de fieles difuntos, me acaba de tirar el ánimo por los suelos. Dios me ha dado la vida y ahora en cualquier momento me la quitará. Lo sé.

Pero si no recuerdo si hubo un antes por qué me quieren quitar un después. No me dejaron elegir vivir ni la manera: todo me vino impuesto y ahora me vienen con eso de las 'güelaes'. Pues no.

"De su caridad partió la vida. Fue un regalo, se recibe y se agradece". Sí, ya, pero si digo que no recuerdo no recuerdo y quiero vivir para recordar al menos. Quiero ser optimista. Si al menos fuera capaz de reír, dar gracias a la vida. ¿Qué me impide ver el lado alegre de la vida? Miro de soslayo a los demás como que fueran ellos los que limitan mi libertad. Si me tengo que morir que sea en plenitud de facultades físicas y psíquicas. Solo quiero vivir mi vida y tener conciencia de ello.

No puedo construir nada desde la nada. Solo puedo crear un mundo imaginario y creérmelo. Y para dar el pego un día reír y dos llorar para ponerme a la altura de las circunstancias. Terrible frustración vivir lo que imagino y no lo real. Y peor aún si lo hago sin conciencia y sin experiencia.

-¿Si tu problema tiene solución, de qué te quejas? -Uy, ¿quién eres? -Tu conciencia. -¿Y qué quieres que haga? -¡Usarme, estúpido!. -¿Y eso cómo se hace? -Viviendo. -¿Así sin más? -Sin más. -Eso lo vengo haciendo desde que tengo uso de razón y no me vale. Más no. -¿Más? -Al menos sentir y saber qué hago. Recordar en especial quién me amó y amé. Y si me sigue amando. Porque yo no vivo agonizo. O peor, si lo es estar muerto.

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