martes, 28 de octubre de 2014

Aduladores del pueblo.

"Operación Púnica".

Políticos y empresarios aparecen incluidos en la presunta trama corrupta. Entre los detenidos hay de todo un poco, pero uno en especial, Francisco Granados, destaca por haber sido el número dos de Esperanza Aguirre que pide "perdón" por confiar en él. Y deja claro que no es lo mismo quedarse con el dinero de todos que aparcar en doble carril.

No todo está perdido.

En esta España que enciende pasión e inspira la demagogia y premia la corrupción, también hay mujeres bellas, poesía y flor de azahar con fuego en los ojos que nos anuncian que vendrán tiempos mejores y que no todo está perdido.

Corruptos y demagogos. Y el pequeño Nicolás.

Formamos parte de una sociedad que tuvimos la desgracia de evolucionar hacia la corupción y la demagogia. Somos una sociedad con una clase dirigente corrupta. Posiblemente pudimos ser otra cosa mejor, pero no, o simplemente fracasamos al intentarlo, ay. Evolucionamos hacia lo peor de nosotros y no existe un movimiento biológico o innovación metabólica en la sociedad sin la presencia de al menos uno, dos, o mil corruptos demagogos. Pero Dios que todo lo puede, no nos abandona, y para ponernos una sonrisa en los labios hace que aparezca el pequeño Nicolás para burlar la seguridad de los eventos más exclusivos. Pues sí. Impecablemente vestido y utilizando los vehículos del Estado que sintonizan con su cargo de asesor del Rey, de la vicepresidenta del Gobierno, del Papa, sobrino del vicepresidente de la CEOE y miembro destacado de las juventudes del PP, con palabras que adornan el paisaje de esta España de pandereta y castañuelas.

En la antigua Grecia se consideraba como demagogo al hombre de Estado que tenía la habilidad de conducir al pueblo. Pero esta valoración positiva cambio a partir de que Aristóteles que calificara la demagogia como “la forma corrupta o degenerada de la democracia que llevaba al gobierno despótico que gobierna en nombre de la multitud” y definió al demagogo como “adulador del pueblo”.

Francisco Nicolás es el ejemplo que existe entre el gobernante demagogo corrupto y la sociedad, y a su vez, la consecuencia de la aplicación de nuevas técnicas de manipulación que adormecen hasta el punto de querer morir y no resucitar si no es por amor.

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