sábado, 18 de octubre de 2014

¡Adiós, viejo amigo!.

Un problema más de los que se tienen al llegar a viejos, es que se van muriendo los amigos. Hay meses que no, pero es llegar el otoño y se me han muerto dos. El otoño es la peor estación del año si de morir hablamos. Y aunque no lo sé de fijo, siempre se van los mejores. Los amigos engañan estén vivos o estén muertos. A mí que me den una amiga y que me quiten los amigos: de engañarme, prefiero que lo haga una amiga. Ahora recuerdo mi última decepción, ay, me partió el alma. Pero qué amiga... Merece la pena tanto dolor.

No quiero irme del amigo que se me fue. La cosa duró un par de días, un mareo, un aquel, que no sé que es y se acabó. Me pareció demasiado joven para morirse pero nunca se sabe... "El azar tiene sin duda categoría histórica", lo dijo Karl Marx. No sé qué quiere decir y si tiene algo que ver con el asunto que me ocupa, pero me gusta.

Trabajó con honestidad, cuidó de su familia. Hizo lo que se supone que debe hacer cualquier padre de familia: cumplir con su deber. Y lo hizo con honestidad, insisto.

En su contra, he de decir que vivió un nacionalismo trasnochado. En verdad, no era en contra el pueblo valenciano sino del pueblo catalán... En contra de los catalanes de buena fe. No considero al pueblo catalán traidor al pensamiento: "donde comen cuatro comen cinco". Pero tiene que haber de todo y tal vez tuviera razón aunque a mí no me lo parezca. Si huviera predicado con el entendimiento de los pueblos nos iría mejor, pero igual no se puede. Aunque la unidad de ambos ha de ser posible.

En este momento qué importan los nacionalismo si un hombre fiel a sus ideales ha muerto. ¡Adiós viejo amigo!. ¡Buena suerte donde quiera que vayas!. Con tu partida no ganan los nacionalistas de la venganza y la violencia, perdemos todos. Amén.

Descansa en paz.

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