lunes, 11 de agosto de 2014

Un adiós para siempre.

Despedirse es asunto jodido, y a más si la despedida es el adiós para siempre de un ser querido. Entonces es cuando sientes en tu interior un sentimiento de 'me voy contigo'. A veces, y según qué casos te puedes ir.

Tú te puede morir sin problemas si es el amor de tu vida la persona que se va 'sin ti no soy nada'. Aunque no te lo recomendaría, nunca se sabe. No es necesario acompañar al otro barrio a nadie, pues hace el mismo efecto recordar y llorar por un tiempo en este y luego, con el tan socorrido 'qué le vamos a hacer' arreglado. En los velatorios se oyen muchas frases de aliento para seguir adelante. 'Si hay vida después de la muerte nos volveremos a ver. Te quiero'. Ojito, si le preguntáramos a Dios nos diría que no, que solo ÉL decide sobre la muerte y la vida. Fijo. Y Gallardón, naturalmente, por descontado. En esta vida damos cosas por ciertas sin pararnos a pensar que no todo está escrito, y lo que no está escrito, si hablamos de morir por alguien, pues esa certeza se debe poner en cuarentena. Eso sí, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, porque el amor lo sufre todo, y lo cree, y lo espera, y lo soporta. Todo menos la muerte.

Y ahora va en serio, expresa tus sentimientos ya, no seas estúpido, tus anhelos, tus expectativas, di que la quieres, que luego pasa lo que pasa. Además, los años no perdonan y el cuerpo no aguanta. Que nunca la realidad te coja desprevenido o se apodere de ti a traición. Amén.

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