domingo, 27 de julio de 2014

Pasión.

Está comprovado científicamente que la pasión solo es buena para el amor. Por eso cada cual es una mente perturbada, un impenitente pecador cuando va al fúrtbol y se lía a insultar al árbitro. Lo del arbitro para los apasionados del fúrtbol es mucho, sobretodo cuando sus miradas ensangrentadas se administran como lanzadera de asalto porque un delantero pisó la raya, el gol no entró, o la falta fue penalti.

Esto solo hace que confirmar las dudas que mantenía acerca de que el hombre y la mujer no son perfectos. Ni siquiera el diablo que habita en sus mentes perturbadas. "Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen”. Hablo de la pasión desposeída de la razón, de la prepotente vanidad, de quien solo quiere lo mejor para sus intereses de latrocinio.

La pasión solo es buena para el amor, pero aún algunos depravados, no saben ni quieren aprender y permiten ser arropados por ejemplos de quienes yerran en su comportamiento.

Son comportamientos que avergüenzan y donde los responsables de los mismos dejan ver algo más que sus miserias sin sentir vergüenza alguna. La vergüenza de algunos y algunas se ha desgastado sin apenas darse cuenta. Todo es vanalidad, todo lo natural se escurre como agua entre los dedos y los enamorados de la vida y el amor nada pueden hacer. Recuerdo aquella vieja canción: "¿por qué, por qué, los domingos por el fúrtbol me abandonas? Vale, el fúrtbol está inyectado en la vena de millones de ciudadanos de este mundo, pero yo, al menos, no quiero dejar de soñar que la pasión solo es buena para el amor.

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