martes, 10 de junio de 2014

Complicidad en la madrugada.

Mucho antes de conocerse ya se querían. Les llegaban sus perfumes a través de un mar. Ella era sobradamente conocida en ambientes de mucha gente con palabras de alabanzas. Él era más de mirar y guardar silencio. Pero hablemos de ella.
   
Todos y todas la conocen, pero no saben que bajo la apariencia de dura y estricta solo hay un ser humano indefenso de caricias. Cuando las circunstancias lo dictan, siente la necesidad imperiosa de un amigo protector, es un antídoto contra el dolor.

Sufre por todos y por ella, y se agrede por haber disparado con balas de fogueo a la amistad. Ahora sabe que la madrugada no tiene sino complicidad con la amistad y se siente como una asesina a sueldo.  
     
Esto pasó y está pasando: es un conflicto no resuelto. A partir de ahora, tomará un trago largo de aguardiente y empezará a desandar el camino del paraíso que nunca debió abandonar al no ser de este mundo. Quiere presentarse ante el tribunal como parte defensora de sus intereses. Ella no es culpable sino de sus sentimientos. Sus sentimientos: No culpable.

Ahora no tiene miedo porque ya siempre la acompañará la María, y la María nunca olvida a sus hijas.

A ella, por su reserva de honestidad, por su corazón de latidos infinitos, porque su ejemplo es inspiración para la poesía que al final aceptó como suya.

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