lunes, 28 de abril de 2014

Hacer la vida no es hacer la calle

Tal vez porque el porvenir no acaba de llegar y ya cometido el Pecado Original que la huminadad creyente ha acompañado con mejor o peor disimulo, ¿qué se podría hacer para vivir sin remordimiento? Todo gira en torno a la fe y la esperanza pues todos los gobiernos más o menos han hecho lo mismo: llenarse sus bolsillos. Por otra parte, la justicia que debiera encargarse de la impunidad no vino a cenar ni se la espera. A veces la única manera de vencer es partir abriendo nuevos horizontes como ciertos amores... ¿Cómo un pueblo en la indigencia se puede enfrentar a las irregularidades, torpezas, indelicadezas y sobre todo al desvalijamiento del Erario?

Aunque decepcione a un amigo que dice que solo escribo de política, lo cierto es que en el centro de la corrupción está la respuesta. A José le digo que no hablo de política sino de corrupción y de los votantes que no saben que, puesto que el voto no entiende de promesas y sigue siendo secreto, son los culpables y no España... Rajoy se debería ir y dedicarse a lo suyo, registrar las propiedades y dejarnos con nuestras miserias a ver cómo podemos salir de ellas.

Mientras tanto y llega ese día llega, lo que sí podría hacer ¡ya! es preservar la poca dignidad que le queda al pueblo y querellarse contra la presunción de inocencia de tanto corrupto prevaricador. Y ya puesto, decirle al ministro Gallardón que se olvide de la Ley que coarta las libertades ciudadanas y derogue la otra de contrataciones con porcientos por trabajos realizados si es que existe. Porque hacer la vida no es hacer la calle.

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