Es tiempo de mujer

Me despierto cada mañana y pienso que soy mujer. El género es algo intrínseco, algo que respiro sin ser consciente de ello. Cuando va pasando el día, voy despertando y me doy cuenta que no, que soy hombre. Y me conformo. Pero vuelvo a ser mujer cuando siento, cuando lloro lágrimas de puro amor. Cuando soy persona soy mujer.

Pienso que no soy diferente a otros por tener que pensar si soy hombre o mujer. Mi esfuerzo diario es ser mejor persona. Sería bueno para mí no tener que hacer este tipo de reflexiones. No sé, aún teniendo dudas sería genial que el hecho de ser mujer no tuviera que ver con llevar en los hombros el peso de tantos desprecios y malos tratos, porque la que siempre pierde (y muere) es la mujer.

Hoy, 8 de marzo, todo son flores a María y mañana Dios dirá. ¡Joder, dona!. Estaría bien discriminar los discursos huecos y admitir exclusivamente los manifiestos de hombres y mujeres con pensamientos y conductas unitarias. Madre, esposa, hija o confidente amiga, ay, con sacrificio de sí misma; y en cada uno de esos papeles, luz que sabe agotarse para dar ilusión, fortaleza y calor a los suyos, y se sostiene con entereza y valentía. Ojalá y llegue pronto el día en el que los violentos para con la vida de la mujer (imaginación ardiente) estén dispuestos a entregarse vencidos a quienes el amor hizo parte de sus emociones. Y se salven. Y nos salven.