miércoles, 9 de octubre de 2013

Tengo una amiga vieja

Con la aurora aparece el sol
y con ella las buenas madrugadas.
Comienza el nuevo día
y los dos cabalgamos juntos
hacia una trama sin argumentos:
somos viejos.
 
(¡Joder, dona, ella también vieja!.
Tengo una amiga vieja).
 
Me enseñaste a querer sin tapujos
en una intimidad entrelíneas,
en el espacio que queda a cada lado
de una página en blanco;
derecha e izquierda,
al margen de todo lo real.
 
Entre nosotros el agua salada
de un mar inmenso que nos separa
con un diálogo inasible.
La distancia eleva una oración a lo más alto.
El impulso de vivir amarrados a una esperanza:
Agradezco cada madrugada el saberte ahí.
 
Pero una noche aciaga,
incrédulos mis dedos de ti,
pusieron sombra sobre el papel que nos une
y el silencio construyó un hueco entre los dos.
¡Maldita mi dualidad!.
Cómo duele tu ausencia...

4 comentarios:

  1. y el silencio permitió que el hueco hablara en este poema...

    un abrazo!

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  2. Veremos. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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  3. Leer entre lineas, y agradecer estar ahí. Tengo un amigo poeta, orgullosa estoy de el.

    Un abrazo.

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  4. Suerte entonces. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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