domingo, 6 de octubre de 2013

El camino que has elegido lleva al silencio...

La ventaja de esperar siempre lo peor, es que a fin de cuentas las cosas nunca resultan tan malas como se esperaban... Tonto consuelo, sin duda, cuando todavía es demasiado pronto.
 
A veces siento que una especie de sopor me embarga, que cortinas de humo me nublan la vista de esta oscura realidad y por unos instantes no sé dónde estoy ni lo que hago, ni por qué me siento flotar en un mar de indiferencias. Reconozco en mí el rostro del desinterés. Parece que no me importa lo que está ocurriendo: es así, y la tristeza me embarga. Aunque creo no ser el único que está pasando por un bache de estas características existencial quizá...
 
Qué estupidez, escribo y no sé lo que pretendo... La clave puede estar en lo que me sucedió ayer. Soy persona poco valiente y para mi la noche es enorme, y ayer, mirando hacia las estrellas, vi que formaban palabras y sin entender nada, di por sentado (que María, la Magdalena, ponga los cargos por mi soberbia: yo culpable), que era la palabra y en aquel instante alguien me deletreaba tu nombre. Una mujer bella aún confía en mi. Y lo primero es lo primero. Enamorado de ti, de la literatura a mi manera, de la santa poesía, de dona, ay. Hay quien duerme bajo la hipnosis de palabras alienantes y la esperanza entregada... (Es tu decisión, pero el camino que has elegido lleva al silencio y tiene epílogo: es tanto como decir la muerte).

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