lunes, 14 de octubre de 2013

Disidente mental

En cualquier rincón del mundo, el humano ser ha pasado a lo largo de la historia por momentos sumamente delicados en los que las posibilidades de salir airoso no eran tantas como las de fracasar, no obstante, de un modo u otro logró sortear los peligros y sobreponerse a las peores calamidades.
 
Por más que una persona se sienta acorralada sin nadie que acudan en su auxilio, sin un amor, sin una amiga, sin dona, ay (que le cuide y a la luna ladre), siempre habrá un algo, un resquicio casi imperceptible por el que puede sobreponerse a tan dramáticas circunstancias y encontrar una salida.
 
Pero existe un ser vengativo para el que ni siquiera un dios tiene respuestas. Es un ser atrapado en su propia mente y custodiado por una peligrosa enfermedad que afecta a personas que quieren parlamentar con el futuro y solo conocen un idioma compuesto por monosílabos. Es un pobre hombre desprovisto de ideas e incapaz de expresar sus sentimientos a personas que le quieren y quiere, un autócrata que se oculta detrás de su propia conducta.
  
Es igual -dice-, pase lo que pase, y al margen de los ángeles del infierno y vírgenes del cielo que interfieran en mi camino; de cuántos farmacéuticos me consuelen, todos carecen de la más mínima posibilidad de conseguir que yo, persona que el creador colmó de ventajas, dé la espalda a la mano que me da de comer cada día con el miserable argumento de que el futuro me prepara una respuesta negativa a mi reclamación como disidente mental.
 
Escribo; pues estoy vivo y a favor de la vida, del bendito amor y la santa poesía.

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