sábado, 14 de septiembre de 2013

¡Váyase usted a la mierda!

-¿Tú que piensas?
-Pues yo, en este asunto pienso que las cosas no están claras, porque...
-¡Porque nada, sí que están claras, y mucho!.
-¿Me preguntas y no me dejas hablar?
-Perdona.
-Vale. Digo que no están claras porque, antes de nada, hay que considerar...
-No hay nada que considerar...
-¡Váyase usted a la mierda!.
 
Lo de arriba me ocurrió ayer, éramos pocos pero suficientes para darme cuenta que si no dejamos hablar a los demás no vamos a ninguna parte. Si no somos capaces de controlar nuestras emociones, nuestros impulsos, y qué menos: dejar hablar, qué podemos esperar de nuestra colindancia. Hagamos una reflexión al salir de casa, pensemos que no estamos solos, que les debemos respeto a las personas con las que compartimos el tiempo, el tiempo, no me canso, ese bien tan preciado que nos viene de prestado, que mal utilizamos con asuntos inaplazables y otras estupideces. El tiempo da para mucho si nos organizamos, si lo repartimos, si dejamos hablar, si escuchamos, si nos dejamos enseñar, si lo compartimos. Y vale ya de culpar a otros, de revivir heridas pasadas. Porque si podemos controlar algo en la vida somos a nosotros mismos: si no estamos perdidos. Así como esa gran necesidad humana de amar y ser amado, así controlar nuestras emociones, hablar y dejar hablar... Y ya puestos, dejar de cantar nuestras miserias y recordar cuando fuimos felices si no nos damos cuenta que estamos vivos. Debemos estar más por controlar nuestras emociones que por imaginar miserias. (O el próximo viernes me quedo en casa).

2 comentarios:

  1. Sabia virtud de conocer el tiempo, diría Renato Leduc, lastima que cuando nos damos cuenta que lo perdimos ya no podemos recuperarlo.

    Un abrazo, disfruta tu sábado,

    ResponderEliminar