La veleta

Un día, decepcionado por un mal amigo, Benjamín Franklin, dijo: "Piénsalo mucho a quien escoger como amigo, pero piénsalo aún más cuando decidas cambiarlo". Y yo añado, o rebajarlo en el escalafón de tus sentimientos.
 
"Eres mi mejor amigo", le decía sin reparar en elogios una amiga, pero un día el viento cambió de levante a poniente y rebajó a su amigo en el escalafón de los sentimientos. Ya no era su mejor amigo, era el segundo. Igualmente está bien ser el segundo, también es estar en el pódium, pero no es lo mismo. Porque uno se hace la ilusión de ser el primero y descubre que solo era eso, una ilusión. Además de darse cuenta que igual que fue el primero y después el segundo, podrá ser el tercero o simplemente caer en el olvido.
 
Un amigo nos hace ser mejores, pero no por la confianza y el cariño, que también, sino por lo que nos enseña de nosotros mismos. Un amigo descubre que somos lo que ignoramos. ¿Quién sino yo te halló soñolienta entre las brumas de las buenas madrugadas? ¿Quién sino yo te llevó cada día al despertar bajo el mismo cielo un verso y una flor de azahar? ¿Quién sino yo te descubrió, Musa de la Poesía?
 
Un día seremos la potencia mundial que fuimos (lo dijo Rajoy) y reconquistaremos América (lo dije yo) pero ya no buscaré en México la mujer más bella que me cante "Las Mañanitas" cuando llegue el invierno, me quedaré en una isla del Caribe que, según me cuentan, las amigas son de fiar y hacen bailar mejor sus caderas, ay.