Yo, unos de sus favoritos

Esta noche se me apareció María, la Magdalena, no era un sueño, era real: vestía tejanos, blusa floreada, una rebeca negra y llevaba un libro en las manos. Me dijo:

 

"Te estás yendo y eso no es bueno... Sabes que eres uno de mis favoritos, que hablo bien de ti si tengo ocasión, que cuando metes la pata no tomo en cuenta las consecuencias, pero tengo que decirte que necesitas urgente un cambio en tu vida. Un cambio profundo. Y todo pasa por relacionarte con otras personas, o mejor, con personas reales. Tus amigas idas y venidas de ciencia definición te hacen mucho daño. Soy partidaria de un cambio profundo en tu vida. Profundo de estructuras y comportamientos. Es necesario porque te estás yendo, y eso no lo puedo permitir".

 

La María siempre se portó conmigo excelente. De ahí que no me asustara que me dijera que me estaba yendo, que es lo mismo que volverme loco. Supongo. Ella lo disimula bien. La María es bendita. Todo me lo dice con palabras amables de calle. Pasa por mi ánimo sin un ápice de desconsuelo por mis temerarias irreverencias, alegres herejías y falsos testimonios. Y nunca me pidió que rezara, tan siquiera que entonara un mea culpa. No sabría qué hacer si me faltara... Y todo lo hace en silencio, sin despertar a mi esposa.