Una ola y tú

Una ola se impacienta entre las ráfagas fugaces del viento,

se estrella en las rocas del acantilado hasta que otro viento la aleja de nuevo mar adentro;

es dejar su espuma e irse,

deja su huella, su recuerdo.
Una ola no se detiene:

¿disfrutará la ola con su cometido?

Una ola queda atrapada en la arena,

es la primera vez que le ocurre y tiene miedo.

Cambiar el curso de las olas entra dentro de lo habitual...

Una ola se impacienta en la arena, alguien le ha dicho que no volverá a alta mar, que no dejará más su huella y su recuerdo;

¿se romperán los vaivenes de las olas en alta mar: falta una?

¿Qué será entonces de un mar si pierde una ola?

La respuesta viene dada cuando se hurga en la red de un pescador: agua y peces,

en un mar solo hay agua y peces.

Nadie que se sepa pescó nunca una ola,

su condición le viene dada de un mar que, sin olvidar que es ola, como la sombra, si no está es porque no existe.
 

Tu recuerdo es el aliento que dejas cada día en un espacio abierto que elegiste.

Eres experiencia a partir de tu nombre

y serás fantasma cuando dejes de ser nombre.

Si eres nombre no te conformes con menos,

si eres ola, sé sirena de la mar y no te dejes ver,

no sea que el viento te aleje a alta mar o te atrape en la arena.

Como el amor el eco, que repite el sonido alejándose de su origen,

como la amiga que finalmente se fue...

Solo las ideas y las palabras quedan,

y alguna acción que se le atribuye a una idea, 

o a la palabra si no hay una mirada que la enmudezca.

 

Una ola sin apuros se une a otras olas y en un descuido inocente se deja llevar y se pierde entre la arena de una playa atrapada en el recuerdo cuando era ola de un mar. Un espacio abierto. Una amiga. Un nombre. Un fantasma. Una idea. Que ninguna mirada enmudezca la palabra.