sábado, 27 de julio de 2013

En este país faltan emprendedores

Como mi esposa es poesía, me explica que mañana iremos a la playa. Y sí, mi amor. Sin embargo, si fuera un dios, le diría que prefiero ir a misa que a la playa. Digo un dios y digo un poeta. Prefiero ser poeta que un dios verdadero... No me imagino cómo tendrá la agenda de trabajo... Es mirar de soslayo al país y caerme el alma a los pies... ¿Cómo se puede llegar a esta situación de país sin darnos cuenta? De cuando en vez hago preguntas sin respuestas... este misterio es igual o más incomprensible que el de La Santísima Trinidad. Por cierto, de joven tenía uno novia que se llamaba Trinidad. Trini la llamaba. Era un amor. Tal vez porque la recuerdo de joven. De jóvenes todos somos un amor y un cielo y un mar y un firmamento entero. Qué no haría por recuperar a quién me amo, y más por dejar de echar en falta mi juventud...
 
Mañana me espera un día de playa dominguera con cuarenta grados a la sombra. Y luego está el precio de la gasolina, y el de los helados, y el de las botellas pequeñas de agua que grandes se acabaron (ni las compra el jodido. Apenas deja unos porcientos las pequeñas). Y todo en el chiringuito de la playa. ¿Y de mojarse en el mar? Esa es otra. Si no madrugas lo tienes claro. Los abuelos se levantan a la siete de la mañana a pinchar la sombrilla en primera línea de playa y marcar su territorio con un círculo intocable.
  
Las playas son sectores productivos dejados de la mano Dios... y del empresario inteligente. Si en complicidad con el ayuntamiento se parcelara la playa, crearían tranquilamente un puesto de trabajo por cada metro cuadrado. Lo primero que no haría falta que el abuelo se pegara el madrugón; lo segundo que le llevaría la sombrilla y los flotadores de los nietos y la nevera que pesa como una condena; y lo tercero que luego haría de guardia de seguridad todo el día. Suponiendo que la playa tuviera socorristas, que entonces serían cuatro las faenas. Cuatro faenas cuatro puestos de trabajo por metro cuadrado. Lo dijo Bárcenas: en este país faltan emprendedores (y gente honrada). En fin, es lo que hay. Ahora leeré la prensa y luego iré a Les Seniaes y lloraré un rato para desahogar.

3 comentarios:

  1. Tal vez convendría trabajar de salvavidas, hay muchas por ahí queriendo desaparecer. Tu alma de poeta podría salvarías y ganar mucho dinero.

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