viernes, 24 de mayo de 2013

Negado amor

Sentir placer es quizás el refuerzo más convincente y efectivo para repetir una conducta. El placer es uno de los factores responsables de las costumbres, los hábitos y las adicciones humanas. Por sentir placer muchas veces ponemos a un lado valores, principios, normas... y hasta la conciencia. Por placer ponemos en riesgo relaciones importantes, logros adquiridos con mucho esfuerzo, posiciones ganadas con mucho sudor, incluyendo la reputación y el respeto conseguido a través de una vida ejemplar de mucho trabajo. Por placer mentimos, incluso, traicionamos y ofendemos a seres queridos. Por placer nos acercamos a lo salvaje que cada cual lleva dentro de sí. Por placer... ¿o muchas veces no es placer?

De cuando en vez por placer hacemos daño. Yo entiendo de este asunto y mucho. Mis procederes no siempre fueron honestos. Eran otros tiempos. Esto me suena a confesión y a experiencias propias... Supongo que tenemos dos corrientes internas que viven en una eterna lucha: los instintos salvajes incontrolables y la conciencia. Los instintos son la parte animal que nos incita al placer instantáneo sin pensar en las consecuencias. La conciencia responde a los valores adquiridos a través de la enseñanza y los ejemplos de una vida llevada con honradez. El instinto es el que nos pide satisfacción carnal, por decir, la conciencia nos cuestiona cómo, cuándo, quién. (Fue por amor). Son ambas fuerzas el equilibrio del que depende nuestra personalidad y nuestra realidad. El instinto es innato, la conciencia es aprendida.

Lo ideal sería alcanzar un estado en que el placer se convierta en gozo. Porque gozo es el mismo placer, pero sin excesos, sin culpas ni remordimientos. El placer es humano, el gozo divino. El placer se siente en el cuerpo, el gozo en el alma. Y para pasar de uno al otro hay un puente colgante llamado dolor. ¿Merece la pena cruzar ese puente? Ante la pregunta, lo necesario es saber qué es para uno lo más importante en la vida. Si lo importante es la familia, no me canso, la familia y la amistad. Si es solidario con los que sufren y padecen por cualquiera de las malditas realidades que nos abrazan, y hablo de pobreza, el desempleo, el dinero que no llegan, las desavenencias consecuencia de las crisis. Y si además de creer en su fe religiosa cree en el derecho de los demás a creer en la suya. Si respeta lo diferente. Si es tolerante. Entonces, no hay más que hablar, la respuesta es clara: Merece la pena cruzar ese puente. A pesar de los pesares porque hablo de amor. Y el amor, aunque diga que es un invento humano no se puede negar que también es divino. ¿Es contradicción o solo placer? Se trata de comprender el ser espiritual que somos. Lo intangible del alma: la fe. Lo tangible del amor; lo que amamos. Lo tangible y lo intangible. (El placer... Tú. El amor... también tú). Negado amor.

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