martes, 9 de abril de 2013

Es el amor

Un concepto es una construcción en la mente que, como un foco de algo artificial, orienta la observación científica y el sentido común, la idea que concibe y forma el entendimiento. Opinión o juicio. Nadie podría inventar un remedio para algo si no tiene un concepto claro de lo que es, dónde está y cómo se comporta. Creer que un concepto es una cosa con vida propia es un error. Los filósofos le dicen cosificación o reificación. Hemos conceptualizado las cosas en las que creemos y nos dan placer; esas cosas nos ayudan a vivir y a ser mejores, y les llamamos valores. Pero ocurre que, la belleza, la alegría, la risa, la emoción o una mirada de soslayo, incluso la verdad, no son cosas, porque no tienen existencia propia, ni siquiera valor por sí mismas. No son nada, y sin embargo...

Para aclarar conceptos, considero oportuno a esta altura de la estupidez, citar una entrevista que sostuvo el teólogo brasileño Leonardo Boff, con un monje budista en el Tíbet. Leonardo Boff, le preguntó que cuál era la verdadera religión, y mientras Boff esperaba que el monje le dijera que la suya, le contestó: "aquella que más te acerca a Dios".

¿Qué no se entiende? No es la religión ni los valores los que nos acercan a Dios. Es el amor. Bendito amor. El amor de la Carmen bella de cada cual. ¿Alguien cree que una oración machaconamente repetida día tras día nos salvará, o la devoción a la palabra de un dios cualquiera, poeta o no? Y una pregunta lleva a otra: ¿de qué o de quién nos salvará? No, que no son los conceptos, ni las creencias religiosas, aunque la fe facilite la búsqueda de un Ser Supremo. El error está en querer separar los valores de su fin último, que es llegar al fondo de las creencias de cada cual. Los valores sin un ser humano de fondo, la moral sin dogmas, la fe sin un dios bueno como pretenden algunos se convierten en vacío existencial.

Entre tanto monta monta tanto, entre tanto concepto, creencias, actitudes, hábitos, tradiciones, variantes y preferencias, los valores se vuelven opacos y caen en lo relativo. De ahí que cualquiera y cuando se le antoje, puede cambiarlos, adaptarlos o reconstruirlos. Es un proceso en el que los valores son asunto personal... una conveniencia... un decir... una disculpa... palabras que a libre albedrío dejan de tener importancia porque no conectan con los sentimientos ni con el espíritu de un dios o de un diablo, ni funcionan como directrices sociales de conductas como proyectos. Es una quimera, una fachada, grifos de oro en una mala pensión con un amor de urgencia, paños calientes que no adquieren compromiso. Son fruto de una labor intelectual de pandereta, asuntos de descreídos que buscando la libertad como valor único que terminan negando el valor  absoluto, el sentimiento donde todo concurre: lo verdadero, lo ético, lo estético, y la justicia con total sencillez. Es de una lógica aplastante, es evidente, y también es perceptible al mismo tiempo por la razón y la intuición. ¡Por la santa madre poesía que parió al humano ser!. ¿Se entiende o no?

"Te has ido en un remolino de hojas secas a navegar por mares insondables. Viajas entre olas enamorando caracolas inspirada por sirenas en busca de un mundo en otra dimensión: ¿Es otro universo el que buscas? ¿Acaso otra poesía te ha seducido? ¡Cuidado, mujer!, navegando por otros mares te puedes perder entre las arenas cuando te acerques a tierra: hay arenas movedizas muy profundas... y mucha la santa poesía que puedes sepultar".

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