miércoles, 17 de abril de 2013

Cada loco con su tema

La dama que vela mis sueños hoy me dijo que mis seis neuronas están de lo más dicharacheras, que se llevan muy bien y que no me preocupe... Yo no me preocupo porque no es asunto mío. Aunque sean mías, ellas hacen lo que quieren. Y no es cierto que se lleven bien, porque a veces están que echan chispas, mis ojos saben de qué hablo. A mí no me convienen que se lleven mal, pero es lo que hay. La dama que vela mis sueños es encantadora. Hay personas que transmiten paz y cercanía simplemente con oírlas hablar. Si no fuera porque le tengo pánico -las cosas como son-, en vez de ir a visitarla cada seis meses, le pediría por favor que me dejara ir verla al menos una vez al mes como terapia de grupo. Me tranquiliza, me relaja. Es una verdadera dama. Y no vende humo, como la dama que no me deja ir: me agobia con sus silencios. Si no supiera quién es, pasaría por una ciega que maniobra con su bastón para encontrar su camino. Con ella nunca sé adónde quiere llegar... Si un día echara en la balanza de las probabilidades una cabeza y unos ojos no sé qué dolor pesaría más, ni cuál de los dos elegiría si me viera obligado. Ojalá nunca tenga que elegir, por muy vulnerable que me sienta.

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